Artículo de LA VERDAD de Murcia sobre las jornadas científicas
SALA DE PRENSA
NUESTRA TIERRA / LA VERDAD DE MURCIA
3.02.15 – MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ
La cuenca del Segura cierra las puertas a los ‘invasores’
Expertos de todo el país debaten en Murcia cómo proteger el bosque de ribera y su ecosistema de especies exóticas presentes y emergentes.
LUCHA CONTRA LAS PLAGAS
Las especies exóticas invasoras son las invitadas no deseadas de los ecosistemas. Constituyen una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo y ocasionan graves perjuicios a la economía, especialmente a la producción agrícola, ganadera y forestal.
Y es que erradicar o mantener a raya a estos ‘intrusos’ una vez que se han adaptado al medio se trata en muchas ocasiones de una misión imposible, aunque su detección temprana junto con la posibilidad de disponer de estudios exhaustivos sobre las especies y de planes de actuación son herramientas que ayudan a intervenir con rapidez y poner coto a su expansión y al daño que causan.
Las aguas del río Segura y su ribera son un ecosistema donde las especies exóticas -ya sean peces como el alburno, la trucha arco-iris, el black-bass, el lucio y la lucioperca; crustáceos como el cangrejo americano y reptiles como los galápagos ‘Trachemys scripta scripta’, ‘Trachemys scripta elegans’ y ‘Graptemys pseudogeografica’- se han implantado y en muchos casos quieren ocupar el espacio de las autóctonas, a las que ponen contra las cuerdas (compiten, desplazan o son predadoras), puesto que han evolucionado sin una adaptación específica para enfrentarse a estos colonizadores.
La Confederación Hidrográfica del Segura organizó la semana pasada en la Cámara de Comercio de Murcia unas jornadas tituladas ‘Especies exóticas invasoras en el ámbito ripario’, una actividad con la que buscaba, entre otras cuestiones, dar a conocer su proyecto Life+ Ripisilvanatura, en el que también colaboran ANSE, la Universidad de Murcia, el Gobierno regional y los ayuntamientos de Cieza y Calasparra.
El objetivo de Ripisilvanatura es recuperar el bosque de ribera del curso medio de la cuenca del Segura, en un tramo que abarca los municipios de Moratalla, Calasparra y Cieza, mediante el control de las plantas exóticas invasoras (aquellas que se encuentran fuera de su distribución natural y afectan de forma negativa al ecosistema nativo), principalmente en el hábitat catalogado como ‘prioritario’ de los bosques de galería de sauces y chopos. El proyecto, que se extenderá hasta septiembre de 2019, cuenta con un presupuesto de 2.454.611 euros, de los que la Unión Europea financia la mitad, y los diferentes trabajos abarcarán un tramo del río de 51 kilómetros de longitud.
Caña a las cañas
La jornada contó con representantes de universidades, confederaciones hidrográficas, organizaciones ecologistas, administraciones y centros de investigación, que expusieron sus experiencias en la lucha contra diferentes especies exóticas. Un de ellas es la caña (‘Arundo donax’), principal enemigo del bosque de ribera en el cauce del Segura. Las consecuencias ambientales de su colonización son un aumento y propagación de incendios forestales y la pérdida de biodiversidad, además de que suponen un obstáculo para la circulación de agua en caso de crecidas.
La caña es la especie invasora con mayor presencia en el ámbito del proyecto Ripisilvanatura y un gran porcentaje del presupuesto se ha destinado a combatirla. Así, se realizarán cortas manuales y se procederá a la fragmentación de las grandes concentraciones de ‘Arundo donax’, como de otras invasoras muy extendidas: uña de gato (‘Carpobrotus edulis’), grama americana (‘Stenotaphrum secundatum’), plumero de la Pampa (‘Cortaderia selloana’) y madreselva (‘Lonicera japonica’), realizando a su vez reforestaciones con especies autóctonas de plantas adaptadas a las condiciones de sequía y calor.
También se analizaron otras especies foráneas presentes en la Región, como el picudo rojo (‘Rhyncophorus ferrugineus‘) y la almeja asiática (‘Corbicula fluminea’). Diego Gallego, de la empresa Econex, ofreció una ponencia sobre el picudo rojo, un coleóptero originario de Asia tropical que afecta fundamentalmente a las palmeras canarias (‘Phoenix canariensis’), datileras (‘Phoenix dactylifera’) y washingtonias (Washingtonia spp.’).
Este escarabajo deposita decenas de huevos en la base de las hojas, que eclosionan y evolucionan a una larva de unos cuatro a seis centímetros de longitud, se introduce en el interior por el brote principal, destruyendo la zona de crecimiento de la planta, lo que causa su muerte y, en especies como la datilera, también puede producir su caída. La plaga apareció por vez primera en España en 1994, en Almuñécar (Granada).
Su origen se debe a la importación de palmeras infestadas procedentes de Egipto y de otros países norteafricanos, aunque no fue hasta 2004 cuando comenzaron a saltar las alarmas al detectarse los primeros daños serios producidos en la Comunidad Valenciana.
La plaga apareció por vez primera en España en 1994, en Almuñécar (Granada). Su origen se debe a la importación de palmeras infestadas procedentes de Egipto y de otros países norteafricanos, aunque no fue hasta 2004 cuando comenzaron a saltar las alarmas al detectarse los primeros daños serios producidos en la Comunidad Valenciana.Su dispersión en toda el área mediterránea ha sido imparable, puesto que las medidas de erradicación establecidas se han mostrado ineficaces hasta el momento y tampoco han servido para su contención (ya se ha extendido por Europa y ha alcanzado los Estados Unidos y Arabia Saudí). El primer foco importante en la Región apareció en 2005 y, en porcentaje, afecta fundamentalmente a las palmeras canarias (82%), seguidas de las datileras (17%) y en menor medida a las washingtonias y otras (1%).
Jaime Fraile, coordinador del proyecto Ripisilvanatura y jefe de servicio de la Oficina de Planificación Hidrológica de la CHS, justificó la inclusión del picudo rojo en el programa de las jornadas porque es una especie «que ha despertado mucha inquietud en la cuenca del Segura», pese a que las palmeras no son árboles propios de ribera, aunque en el pasado sí se emplearon en determinadas zonas encauzadas del río, a modo ornamental, y tuvieron que deshacerse de ellas por la acción del escarabajo.
Cuestión de pasta
Durante su conferencia, destacó que las especies exóticas invasoras son un problema «a muchos niveles», no solo ecológico y medioambiental, sino también económico. En su opinión, los pilares fundamentales para abordar esta cuestión son la investigación, la planificación, la gestión y la participación pública.
«Con estas herramientas nadie nos garantiza que vayamos a erradicar una especie que ya esté implantada, ni que vayamos a evitar la entrada de otras nuevas, pero avanzaremos un gran trecho en la dirección correcta», señaló. Así, una de las acciones previstas dentro de Ripisilvanatura es la creación de una Red de Custodia del Territorio para implicar a los propietarios y usuarios del territorio en la conservación y el buen uso del bosque de ribera. También se realizarán acciones de formación «para evitar que se liberen especies exóticas por desconocimiento», añadió Adolfo Mérida, también coordinador del proyecto y jefe de Servicio de Presas de la CHS, quien recalcó la necesidad de aumentar la coordinación entre las diferentes administraciones y generar protocolos específicos contra las especies exóticas invasoras.
Las almejas intrusas
En el caso de la almeja asiática, originaria de Asia meridional y de más reciente introducción en el Segura (2013), su presencia por ahora se limita a la Vega Baja. La principal amenaza es su gran capacidad para clarificar el agua, reduciendo las concentraciones de alimento en la capa superficial del sedimento, lo que evita que otras especies puedan alimentarse. Además, causa obstrucciones de tuberías y tomas de agua, afectando a la agricultura y a la industria.
Ramón M. Álvarez y Antonio Javierre, de la Universidad de Zaragoza, ofrecieron una serie de propuestas para mejorar la gestión de esta especie en la cuenca del Segura, como realizar muestreos periódicos a modo de revisión general sobre la calidad del ecosistema, así como para estudiar la presencia de posibles impactos ecológicos de la especie y determinar su grado de dispersión o regresión. También recomendaron la construcción de estaciones de desinfección, al menos una cada 100 kilómetros de cauce, y la creación de líneas de educación ambiental en relación con las especies autóctonas a conservar y las exóticas invasoras a gestionar.
Javierre se lamentó del «poco interés» por parte de las administraciones y de los ciudadanos en la almeja asiática. El motivo, en su opinión, es que se trata de una especie que no causa problemas tan graves en las infraestructuras como el mejillón cebra, o produce un impacto tan negativo en la agricultura como el caracol manzana.Señaló que la almeja asiática se encuentra ya asentada en el 80% de la Península Ibérica y que Estados Unidos es el país que más está haciendo por combatirla. Por otra parte, manifestó que es fundamental la comunicación entre las propias confederaciones hidrográficas «para evaluar en qué fase de invasión se encuentra cada una y anticipar actuaciones de gestión».
Entre las medidas para llevar a cabo su control, el investigador resaltó métodos mecánicos como las barreras de anoxia que reducen el oxígeno disuelto del agua y erradican poblaciones en pocas semanas. En el caso de tomas de tuberías, expuso que la técnica más efectiva es aumentar la temperatura del agua hasta los 35 grados, lo que mata a larvas y juveniles.